"Me gusta todo aquello que no tiene estilo: diccionarios, fotografías, la naturaleza, mis pinturas y yo mismo. (Porque el estilo es violencia, y yo no soy violento.)" La obra de Gerhard Richter (n. 1932) es extraordinariamente extensa, compleja y, a primera vista, incluso parece contradictoria. Pero su lucidez, tenacidad y virtuosismo, a los que él siempre intenta restarles importancia, han consagrado a Richter como uno de los artistas más importantes del siglo XX y comienzos del XXI. Recientemente se convirtió en el artista vivo que alcanzó mayores ventas a nivel mundial y a menudo se le reconoce el haber revitalizado la pintura en medio de una época que ya la había dado por muerta. La exposición toma su nombre de la obra Sinopsis (1999), una especie de línea de tiempo que condensa la historia universal incluyendo nombres de notables compositores, artistas, arquitectos, filósofos y escritores. Las piezas aquí presentadas son una selección que abarca parte de la labor de Richter comprendida entre 1977 y 2000. De éstas, aproximadamente la mitad hacen parte de sus reproducciones de trabajos pasados, conocidas en el conjunto de su obra como las Ediciones. Gerhard Richter nació en Dresde, en la Alemania Comunista del Este, y su infancia transcurrió entre los pueblos de Reichenau (hoy parte de Polonia, donde participaría —como todos los niños de su edad— en las Juventudes Hitlerianas) y Waltersdorf (pueblo aún más pequeño en la frontera con la actual República Checa, donde vivió con su familia un periodo austero que él mismo recuerda como "deprimente"). Más tarde, en Zittau, entre varios oficios realizados (decorados para teatro o panfletos para el régimen), Richter trabajó de asistente en un laboratorio de fotografía, que influyó profundamente en él y en gran parte de su obra. Mucho tiempo después Richter se referiría al momento en que empezó a usar este tipo de imágenes en sus foto-pinturas: "¿Sabe qué fue grandioso? Encontrar que algo tan estúpido o ridículo como copiar una postal podría llevar a una pintura. Y luego la libertad de pintar lo que quisiera. Ciervos, aviones, reyes, secretarias. No tener que inventar nada nunca más, olvidar todo lo que implicaba la pintura—color, composición, espacio—y todas las cosas que conocía y pensaba anteriormente. De repente ya nada de esto era necesario para el arte". A los 20 años fue admitido en la Academia de Artes de Dresde, donde recibió una estricta formación tradicional bajo los preceptos del realismo socialista. Richter se vinculó al departamento de pintura mural bajo la dirección del otrora surrealista Heinz Lothmar, área donde paradójicamente podía permitirse más libertades dentro de la pintura. Luego de graduarse pudo realizar una que otra visita al lado occidental de Alemania e incluso ir a la II Documenta de Kassel (1959), donde conoció algunas piezas de Jackson Pollock y Lucio Fontana, obras que sacudieron su "ingenuidad" de pintor vetado al vanguardismo alemán del pasado. Apartes del texto escrito por Alejandro Weyler |
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