Biblioteca Nacional de Colombia y su nueva directora: Consuelo Gaitán vuelve a casa
23 de agosto de 2013.
"Tuve la fortuna de salir de la Universidad y como recién graduada mi trabajo fue como asistente de la Dirección de la Biblioteca Nacional de Colombia en el año 84, de tal manera que conté con la suerte de tener mi primera oficina aquí, en este mismo despacho", manifiesta la nueva directora de la importante entidad cultural, cuya sede está ubicada en la notable edificación de la calle 24 con carrera quinta, patrimonio arquitectónico nacional, con quien la filósofa, editora y librera ha mantenido un estrecho vínculo, desde los inicios de su destacada vida profesional al servicio de la divulgación cultural y del amor por los libros en particular.
Grata es su sorpresa al ver que el libro de visitantes ilustres que ayudó a forjar durante aquella primera experiencia laboral en la Biblioteca, ocupa un puesto destacado muy cerca del que desde ahora será su escritorio, una de cuyas páginas le recuerda una simpática anécdota con el filósofo Danilo Cruz Vélez, a quien armada de una audacia que no a abandona desde sus años de aplicada estudiante de griego, se permitió corregir un gazapo.
"Maestro, le dije, creo que le falta una ni –esta v es una ni-", relata la nueva directora con un hilo de voz que nos recuerda las palabras susurradas en aquella fecha y en ese mismo escenario por el que han pasado las más prominentes figuras de la vida cultural académica del país y del mundo. "Nos amamos para siempre y cuando fundé Biblos él iba y me visitaba día de por medio".
Fundada en 1988, la recordada libreria logró posicionarse como un centro de confluencia de intelectuales y público general, gracias a iniciativas como la de impulsar una sección dedicada al pensamiento filosófico y a la filosofía del derecho, o sus columnas en la revista Arcadia desde las que ha continuado la tarea iniciada junto a Bernardo Hoyos en la emisora H.J.U.T. Labor que hoy continúa a la sombra de un oleo en el que se retrata una de las habituales conversaciones entre Guillermo Valencia y Baldomero Sanín Cano.
Rodeada del histórico mobiliario que hace parte de la Dirección, Gaitán no ahorra calificativos para exaltar la belleza arquitectónica que ofrece el conjunto de una edificación que acaba de celebrar 75 años y en la que a partir de ahora vivirá rodeada de cientos de miles de ejemplares, cuya sensación más inmediata es la de que en la Biblioteca no habrá lugar para el aburrimiento nunca, sumado al nutrido acervo de láminas elaboradas por la Comisión Corográfica o la Expedición Botánica.
"Realmente es una satisfacción muy grande, para alguien que como yo ama los libros de una manera tan incondicional, poder estar en este espacio día a día", precisa la funcionaria quien viene de desempeñarse como coordinadora del grupo de Literatura y Libro del Ministerio de Cultura, desde donde le dio un renovado impulso al reto de mejorar el acceso a material bibliográfico de calidad en las regiones más apartadas y vulnerables de territorio nacional, gracias a la gestión que en tal sentido han venido desempeñando la cartera.
Descrita por una amiga cercana como alguien que en lugar de sábanas pareciera dormir entre páginas de libros, Consuelo asegura con una amplia sonrisa de satisfacción y emoción en su rostro que "si bien hay gran cantidad de joyas a las que no se puede tener acceso inmediato porque hay unos protocolos de conservación para tener la posibilidad de consultar la colección de libros raros y curiosos, saber que están ahí y que existe la posibilidad de verlos es una gran felicidad".
Proveniente de una familia con una tradición de ávidos lectores heredada de sus padres, Gaitán tuvo acceso a una nutrida biblioteca que consultaba con frecuencia desde muy niña, de manera que se estableció una auténtica relación de amor con los libros. Tanto que al cumplir 15 años, en lugar de la tradicional fiesta ella prefirió que le regalaran su propia biblioteca, conformada entre otras obras por la monumental novela del escritor francés Marcel Proust En busca del tiempo perdido, a las que se sumaron otras muchas gracias a que el mejor regalo que se le podía hacer entonces y ahora son libros.
Asidua lectora del filósofo alemán Arthur Schopenhauer, a quien considera como uno de sus autores tutelares gracias a la fluidez de su prosa y amplia cultura literaria, plasmados en su obra capital "El mundo como voluntad y representación", cuya principal tesis es la de que el mundo no podría tener sentido si el Arte no nos ayudara a descifrarlo.
Motivo que quizá la ha llevado a apreciar de manera particularmente especial la obra de Henry James, Quevedo o Juan Rulfo; autor mexicano imprescindible para todo aquél que quiera estudiar en detalle la tradición literaria hispanoamericana y cuyo legado está tan vinculado a los desarraigados y excluidos.
Gusto que combina con su afición por la literatura policiaca, entre cuyos autores preferidos destaca a Georges Simenon, Henning Mankell, Patricia Highsmith o Rex Stout, y a quienes en un género distinto se ha vuelto a sumar la obra del maestro Álvaro Mutis por cuenta del homenaje que se le hará la semana entrante con motivo de sus 90 años de vida.
"He vuelto a leer la poesía de Álvaro Mutis y encuentro en ella un carácter absolutamente profundo y emocionante gracias a esa descripción estupenda del paisaje colombiano, rodeado de una calidez y una atmósfera que a la vez está desprovista de cualquier tipo de ingenuidad, reflejo de sus reflexiones sobre el sentido de la vida y el sufrimiento a través de una pericia poética maravillosa", destaca.
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