EN TORNO A DANIEL BARENBOIM Para complementar la visita del maestro Daniel Barenboim a Colombia quiero compartir dos asuntos con ustedes: - El nombre de la orquesta de Barenboin, Diván Este-Oeste, es tomado del nombre de una colección de poemas de Goethe. Voy a citar un fragmento del prólogo que escribió Otto de Greiff a la publicación de la traducción suya de algunos de los poemas de Goethe, aparecida primero en la Revista de Indias en 1949, en el bicentenario del nacimiento de Goethe, y luego en el libro Goethe, poemas y canciones, edición bilingüe que publicó El Áncora Editores en 1997. Dice así Otto de Greiff respecto de la colección de poemas de Goethe titulada Diván Este-Oeste:
"Queda por último, fuera de la colección general de poesías, la denominada Der West-östlische Divan, en la cual Goethe condensó su interés por la poesía oriental, que siempre lo subyugó. Goethe sabía hebreo y árabe, y aun algo de persa. Herder lo indujo al estudio de esta poesía, a raíz de la publicación que Joseph von Hammer hizo en 1813 de su traducción de El diván de Hafz". Es hermoso el propósito de Daniel Barenboim de evocar al poeta Goethe en la denominación de su orquesta, y de mostrar que sí es posible que grupos antagónicos en otras esferas, como son los árabes y los judíos, pueden trabajar conjuntamente ofreciéndonos la belleza de la música. - A propósito de la Sexta y la Séptima sinfonías de Beethoven, obras que interpretará la Orquesta Diván Este-Oeste que dirige Daniel Barenboim, una de las obras preferidas de mi padre Otto de Greiff era precisamente la Séptima Sinfonía, concretamente el Segundo Movimiento, Allegretto. Tanto así que le dedicó uno de sus poemas, que dice así:
ELEGÍA Oías junto a mí las crueles notas del allegretto de la Sinfonía Séptima; y al lamento desolado que modulaban, como negras gotas de acre cicuta de melancolía las cuerdas del adusto violonchelo, en tus ojos hallé grave consuelo y luz para mi rostro apenumbrado. Inexorablemente los violines repetían el ritmo lento, lento, e inexorablemente me decías con tus ojos, las mismas melodías, prodigio de quiméricos jardines florecidos de luz, como en el cuento de ondinas y princesas encantadas, que en la noche repiten las abuelas con voz que sabe a sonorosas vielas y a dulces espinetas olvidadas. Entre tanto los lóbregos cordajes destilaban la acerba melodía, clamor de una tenaz melancolía que lacera sañudos paisajes. Flautas, flautas de música indolente saturaban de sombra displicente la letal pesadumbre que batía torvas alas de cuervo sitibundo de luz de luz… Toda la luz del mundo buscaron mis pupilas azoradas. Y hallé más gravedad en tus pupilas que en el lento fluir de las cansadas quejas de los absortos instrumentos. Más luz y más fervor en las tranquilas y atónitas cisternas de tu llanto, que en los compases pávidos y lentos del doloroso canto. ¡Luz, la de tus ojos, que al conjuro del allegretto de la Sinfonía en lá mayor, celestemente vuelas al claro reino de la fantasía, para traer a mi cerebro oscuro la luz que al extraviado peregrino le señala el palacio cristalino que pueblan las princesas encantadas, en los cuento azules de las hadas que en la noche repiten las abuelas, con voz que sabe a sonorosas vielas y a dulces espinetas olvidadas! Otto de Greiff tenía 20 años cuando escribió este poema en 1923 en Medellín. Un abrazo musical, Ilse de Greiff |
No hay comentarios:
Publicar un comentario