Ella le sonrió a un desconocido que lucía apenado. La sonrisa pareció reconfortarlo y hacerlo sentir mejor. El recordó entonces la amabilidad de un amigo en el pasado y le envió una tarjeta de agradecimiento. La amiga se sintió tan complacida con la tarjeta de agradecimiento que dejó una gran suma de propina en el almuerzo. La camarera, sorprendida por lo abultado de la propina, apostó el total a un juego de azar. GANÓ.
Al día siguiente ella recogió su ganancia y le dio una parte a un mendigo de la calle. El hombre estuvo tan agradecido (por dos días no había tenido nada de comer). Luego que termino el mendigo su cena se dirigió a su pequeña y miserable habitación. No tenía ni de la más mínima idea de lo que el destino le tenía planeado. En el camino encontró un cachorro abandonado y lo llevó a su habitación para calentarlo.
El cachorro estuvo muy agradecido de estar protegido, lejos de la tormenta. Esa noche el viejo dejo una vela prendida la cual cayó sobre una cortina la cual incendio la casa. Cuando el incendio ya se había dispersado por varias casas el perro logro despertar a todos los vecinos del edificio con sus alaridos.
Uno de los chicos que salvo creció, se formo como persona de bien y se lanzó a la candidatura y quedó como presidente. Todo esto paso por una simple sonrisa que no costo un centavo.
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